Un diseño pasivo es un sistema que capta la energía solar, la almacena y la distribuye de forma natural, sin mediación de elementos mecánicos. Sus principios están basados en las características de los materiales empleados y en la utilización de fenómenos naturales de circulación del aire. Los elementos básicos usados por la arquitectura solar pasiva son:
Las aplicaciones más importantes de los sistemas solares pasivos son la calefacción y la refrigeración. Para producir calefacción, los distintos tipos de utilización pasiva se muestran en la Figura 2.2; la refrigeración surge más bien como una necesidad de utilizar los sistemas de calefacción de forma continuada durante todo el año, y sus técnicas más usuales se muestran en la Figura 2.3.
La integración de colectores de aire, la utilización de paredes internas como muros acumuladores de calor y la aplicación de ventiladores, aumentan la eficacia de los sistemas pasivos, y se les conoce como "híbridos", ya que utilizan ciertos sistemas mecánicos activos.
En los últimos años se han mejorado mucho los sistemas pasivos para actividades agrícolas (invernaderos, secaderos, establos), que permiten un considerable ahorro energético en las diferentes tareas agrícolas implicadas.