España se ha mantenido en una posición expectante respecto a la energía geotérmica. Se conocía su existencia y los avances conseguidos en otros países, pero no se desarrollaba actividad alguna en este campo, dado que en un mercado de energía barata la geotermia no era suficientemente competitiva para las prestaciones que podía proporcionar. A pesar de ello, en 1975, el Instituto Geológico y Minero de España (IGME) concretó el interés de esta fuente de energía con el "Inventario Nacional de Manifestaciones Geotérmicas", en el cual se realizó el reconocimiento de todos los puntos termales en territorio nacional y mediante estudios hidroquímicos, geotermométricos y de análisis se llevó a cabo una evaluación de las posibilidades geotérmicas de las distintas cuencas y áreas geológicas. Como conclusión se elaboró un mapa con las áreas geotérmicas de mayor interés.
A pesar de los trabajos de prospección geotérmica llevados a cabo por el IGME hasta 1984 en las posibles zonas de alta entalpía, los resultados obtenidos no fueron lo suficientemente satisfactorios como para realizar siquiera instalaciones piloto de aprovechamiento geotérmico. Las únicas actuaciones prácticas se produjeron en 1992, año en que se llevaron a cabo dos instalaciones de baja temperatura, una correspondiente al aprovechamiento geotérmico de un balneario y la otra para alimentar una bomba de calor, ambas en Castilla - La Mancha. Estas instalaciones permitieron una diversificación energética de sólo 443 tep/año. No obstante, se encuentran en ejecución otros proyectos similares que prevén obtener 4.000 tep/año a partir de 1997.