Se puede definir la biomasa como el conjunto de materiales orgánicos generados a partir de la fotosíntesis o bien producidos en la cadena biológica, pudiéndose distinguir así dos grandes tipos:
La utilización por el hombre y por los animales de sólo una parte de la biomasa a su disposición genera una "biomasa residual", mientras que lo que hoy día se conoce como combustibles fósiles (carbón, gas natural y petróleo) no es otra cosa que "biomasa fósil". La relación entre estos tipos de biomasa se muestra en el esquema de la Figura 4.1.
La obtención de energía útil a partir de la biomasa puede conseguirse indirectamente, mediante su transformación en productos industriales que sustituyen a otros, costosos en energía fósil, o directamente, utilizándola como combustible. En este último caso, se presentan dos posibilidades:
Los residuos son el resultado del desarrollo de la civilización actual, y están creando un problema por su magnitud y sus consecuencias. Como la mayor parte de ellos son de carácter orgánico (biomasa residual), se puede suponer que presentan un enorme potencial para la producción de energía. El tratamiento de residuos es una actividad costosa, pero su posible aprovechamiento con fines energéticos ha demostrado tener considerables ventajas, por lo que podría convertirse en una actividad de interés económico y social, debido a los beneficios que generaría.
Aunque se siguen varios criterios para clasificar los residuos, en su aspecto de biomasa se consideran tres grandes sectores que producen residuos distintos:
Los residuos agrarios son una consecuencia del sector primario de la actividad humana y entre ellos se puede considerar, a su vez, tres grandes grupos:
En general, los residuos industriales con posible consideración energética son los derivados de las industrias de conservas vegetales, producción de aceites, vinos y frutos secos, aunque localmente pudieran ser importantes industrias de otro tipo, generadoras de biomasa residual.
Finalmente, los residuos urbanos se generan diariamente en grandes cantidades en los núcleos de población, pudiéndose considerar incluídos dentro de dos grandes grupos:
La utilización de todos estos tipos de residuos con fines energéticos será, pues, un sistema de eliminación con ventajas medioambientales y que, además, podría generar productos valiosos; de ahí el interés que presenta esta fuente de biomasa.
Por su parte, los cultivos energéticos son aquellas cosechas que se desarrollan atendiendo al valor que poseen como combustible. Esta nueva faceta agrícola se conoce como "Agroenergética" y sobre la misma existen todavía interrogantes acerca de su rentabilidad e impacto social y ecológico, debido a la falta de datos experimentales.
Son diversos los cultivos que se pueden aprovechar con fines energéticos, considerándose los siguientes grupos:
Los cultivos tradicionales son los que el hombre ha venido utilizando desde hace mucho tiempo, tanto para la producción de alimentos como para la obtención de productos de interés industrial. Todas las especies de este grupo tienen determinadas exigencias climáticas y necesidad de terrenos fértiles y agua por lo que su cultivo podría suponer un elevado grado de competencia con los cultivos alimentarios, a no ser que se utilicen con fines energéticos los excedentes de cosechas. Cabe destacar, entre otros:
Los cultivos poco frecuentes son especies silvestres con posible adaptación a áreas no aprovechables para fines alimentarios, lo que evitaría la competencia energía-alimentación. Se ha centrado la atención en especies de gran producción de biomasa en condiciones de suelo y clima desfavorables, tales como:
Los cultivos acuáticos se contemplan a más largo plazo que los terrestres por la falta de experiencia en este campo, aunque los océanos poseen entre 5 y 10 veces más superficie potencialmente productiva de biomasa que la tierra. Hasta el momento sólo se ha abordado el estudio de las algas convencionales y las unicelulares como especies marinas, y el jacinto de agua como planta acuática de agua dulce.
Las plantas productoras de combustibles líquidos son aquéllas que producen sustancias que, con un tratamiento sencillo, pueden ser usadas como combustibles por sus propiedades parecidas a los derivados del petróleo. El cultivo de algunas de estas especies, generalmente silvestres, constituye un panorama actualmente muy interesante, pudiéndose destacar:
No son las plantas que se han citado los únicos candidatos como productores de energía. En cada circunstacia se deberán ensayar las especies autóctonas de las que se sospeche una mayor acomodación al medio, para posteriormente iniciar una selección genética de variedades encaminadas a obtener la mayor cantidad posible de biomasa recolectable.
Actualmente sólo se obtienen pequeñas cantidades de energía procedentes de esta fuente de biomasa; el conocer su rentabilidad económica y energética debe ser objeto de investigación para que se pueda llevar a cabo esta actividad de forma masiva en un futuro no muy lejano.