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Hasta no hace muchos años, la contemplación del cielo estrellado era una experiencia cotidiana. Hoy día este privilegio queda reservado a los habitantes de las zonas apartadas de los grandes núcleos urbanos: la existencia de la capa atmosférica, la contaminación y la luminosidad de las ciudades contribuyen a velar el cielo, ya que provocan una difusión de la luz hacia arriba. Las estrellas desaparecen de la vista y mucha gente se ve privada de un espectáculo natural de gran magnitud.
No obstante, la tecnología humana, al mismo tiempo que ha propiciado este fenómeno, ha conseguido un sistema sustitutivo de la visión del cielo estrellado: el planetario. No es lo mismo, pero puede cumplir además otras funciones adicionales: la didáctica, e incluso, la de espectáculo más o menos pretencioso.
La idea de reproducir la bóveda celeste e ilustrar los movimiento diurno y anual y los fenómenos astronómicos estacionales, se remonta a tiempos antiquísimos. Desde entonces se han construido modelos o maquetas para representar las estrellas y los planetas, explicando así los diferentes movimientos de la esfera celeste.
Ahora bien, hay que distinguir dos maneras de representar la bóveda celeste: la limitada a mostrar las estrellas y las constelaciones que forman, y la que incluye también a los planetas.
Las estrellas no cambian aparentemente su posición relativa. Aunque en realidad están animadas de movimiento relativo, la enorme distancia que las separa de la Tierra hace que su movimiento sea inapreciable, por lo que dan la impresión de estar fijas. Por el contrario, los planetas cambian continuamente su posición sobre la esfera celeste, recorriéndola más o menos velozmente.
Así pues, se puede representar el cielo excluyendo los astros que se mueven rápidamente, ya que no se prestan a una representación estable, o bien se puede elegir un sistema para incorporar también los planetas en la representación. En el primer caso, se construye un "estelario", mientras que en el segundo, más completo, se denomina "planetario". De cualquier forma, se suele atribuir la acepción de "planetario" al "instrumento capaz de representar los movimientos de la esfera celeste" o al "local destinado a alojar este instrumento".
Por otra parte, la esfera celeste se puede representar desde dos puntos de vista: imaginando que el observador la mira desde el interior o bien la mira desde el exterior.
El primer tipo de representación es más natural, ya que si se mira al cielo, se ve como una cúpula que se extiende por encima, como una semiesfera de la que el observador es el punto central.
El segundo tipo de representación es más fácil y, a veces, igualmente eficaz, pero no es natural; consiste en la construcción de un globo, sobre cuya superficie están las estrellas y las constelaciones, de manera análoga a la representación de los continentes sobre un globo terráqueo.
Existe una gran ventaja en utilizar el segundo tipo de sistema, el "globo celeste": la esfera sobre la que se deben representar las estrellas y constelaciones puede tener un diámetro pequeño, co lo que se puede hacer girar fácilmente sobre uno o más ejes para representar los distintos movimientos. Sin embargo, no reproduce la visión del cielo, por lo que sólo suele emplearse actualmente para mostrar el movimiento de los planetas alrededor del Sol, ya que este movimiento es muy fácil de reproducir desde una posición espacial exterior.
Con respecto a la representación en cúpula, si bien es muy fácil dibujar un cielo inmóvil sobre una gran bóveda, se plantean muchos problemas cuando se quiere dotar al sistema de movimiento, sobre todo porque debe tener dimensiones muy amplias si se desea observar desde su interior. Sin embargo, es éste el modelo que se ha impuesto en la actualidad, ya que la tecnología ha aportado numerosas soluciones, aunque no sencillas ni baratas.