La incineración es la combustión directa u oxidación completa para dar sustancias gaseosas (dióxido de carbono y agua) y cenizas sólidas. Las reacciones químicas que se producen desprenden calor que se aprovecha, en parte, para precalentar los residuos, cuyo volumen inicial queda reducido en cerca del 85%.
Los factores más importantes a considerar en este proceso son los siguientes:
La incineración se realiza en hornos de capacidad adecuada, de los que se evacuan los gases residuales y las cenizas.
Los gases contienen partículas en suspensión y derivados clorados, azufrados y nitrogenados, que han de ser tratados adecuadamente; una vez tratados, pueden evacuarse mediante una chimenea.
Las cenizas pueden ser eliminadas en un vertedero controlado o ser utilizadas como material de construcción.